sábado, 3 de marzo de 2012

LA LENGUA ESPAÑOLA
¿CASTELLANO O ESPAÑOL?
Uno de los muchos interrogantes que se nos ocurre en el inicio de nuestros estudios en lengua española es el siguiente: “¿pero se llama castellano o español?”. Quién al principio no se habrá planteado esta pregunta, ¿verdad? Y a menudo, nuestros alumnos vienen con la misma. Pues nada, os dejo con un bosquejo que trata de este tema, seguido de otro sobre la historia del español. Agradezco a la compañera Estela López que amablemente me cedió sus apuntes, los cuales me ayudó a aprobar la asignatura ¿eh?.
La lengua oficial de España y de otras comunidades hispanohablantes es el español, también llamado castellano. Se habla de castellano por razones históricas, puesto que el origen de la lengua está en la variedad que se habló en la castilla primitiva.
El nombre de castellano tiene una explicación lógica si nos atenemos al origen, pero desde un punto de vista lingüístico es preferible usar español (igual que se habla de francés, italiano, etc.) y reservar castellano para la variedad de Castilla.
Sin embargo, a las razones anteriores que apoyan el uso de castellano junto al del español se han sumado los últimos años presiones extralingüísticas que han llevado a preferir el castellano en la constitución. La constitución define el castellano como lengua oficial de España. Ambos términos se usan como sinónimos, se refieren a un mismo concepto, no hay diferencia. Ahora bien, ese concepto puede ser entrevisto entre varias cosas y esto es lo que justifica el uso de un término frente al otro.
Históricamente usamos castellano para referirnos al origen del español actual. En cuanto a la extensión, el castellano se puede referir al castellano de castilla y el español al español en general. Por lo que hace referencia a esas presiones extralingüísticas hablamos de una tercera cosa, la comparación con otras lenguas de España, y si hay comparación parece más lógico usar el término castellano, si no hay comparación, se usará el término español. Por último, una sutil diferencia se puede referir al uso. El término castellano está más connotado de afectividad y espontaneidad, mientras que el español, en cambio, es un término más neutro y se ajusta más a la visión internacional de la lengua. Estas cuestiones han suscitado polémica.
(Recomendación de un libro de A. Alonso; Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres, Buenos Aires, Losada, 1975, 5ª edición. Es un ensayo que corrobora lo que estamos diciendo, cómo surgió el término español tardíamente, etc.)
HISTORIA
La situación lingüística actual es resultado de la historia, y arranca de mucho antes de que la península fuera conquistada por Roma. Para explicar la situación lingüística actual, se parte de las lenguas prerromanas y en segunda instancia del latín. Es un hecho que todas las lenguas peninsulares derivan del latín con excepción del vasco, que constituye el testimonio vivo, la herencia directa del estado lingüístico anterior a la romanización.
El latín salvo en algunos reductos del norte se impuso sobre las lenguas que se hablaban en la península, las cuales tras un periodo de contacto y bilingüismo desaparecieron como tales. En algunas ocasiones permanecieron a modo de sustrato, es decir, determinado la peculiar fisonomía del latín vulgar de España y los hábitos de los hablantes en el uso de la lengua latina.
En toda la romanía la desmembración del Imperio relajó la precaria unidad del latín, y los rasgos vulgares de cada zona afloraron. Al tiempo que llegaban influencias nuevas y extrañas a los dominios románicos (superestrato) de forma que cada uno de ellos empezaba a vivir su propia historia. Esquemáticamente, si pensamos en la antigua romanía, la Dacia, la Galia, Italia, Hispania, etc., tendríamos sustrato daco, galo, osco-umbro y celta-íbero.
Sobre estas lenguas se impone el llamado latín vulgar, y con posterioridad a esa capa y a modo de superestrato tendríamos el turco-eslavo, franco, longobardo y visigótico-árabe.
En el caso de Hispania tras la caída del imperio, la llegada de invasores germanos de origen pero que estaban ya romanizados no supuso la ruptura con el latín, aunque el latín de Hispania fuera permeable a palabras y rasgos germánicos.
Con ese latín y la unidad administrativa se fue alejando del latín que servía como referencia más o menos culta. El llamado latín vulgar, el que hablaba la gente del pueblo, fue evolucionando y diversificándose sin control alguno. Así es como empezaron a apuntar distintas hablas.
Después de la corta etapa visigótica vino en el 711 la invasión musulmana, y tras ésta, hubo ese fenómeno que es la reconquista y que duró varios siglos, lo que configuró definitivamente el mapa lingüístico actual en sus líneas maestras.
En las tierras del norte se reorganizaron los nuevos reinos hispánicos, mientras que en las zonas conquistadas (gran parte de la península) pertenecían junto a la nueva población árabe a importantes núcleos de población hispano-goda bajo el dominio árabe y en contacto con esta lengua.
Aunque las hablas mozárabes desaparecieron con el tiempo, contribuyeron decisivamente a la transmisión del elemento árabe a los romances hispánicos. Desde el punto de vista dialectal, desempeñaron un importante papel en la fisonomía de los importantes dialectos hispánicos.
Las hablas mozárabes desaparecieron porque fueron absorbidas o integradas dentro de las nuevas hablas romances que procedían del norte, y ello como consecuencia de la integración de los mozárabes en los reinos cristianos conforme avanzaba la reconquista.
Al principio, el leonés y el aragonés parecía que iban a predominar si entre ellos no hubiera surgido el castellano, más rudo y como expresión de una entidad política: Castilla. Castilla empezó como condado dependiente de León pero acabó convirtiéndose en reino, pasando de la independencia a la hegemonía sobre los demás, y con ello ganando en prestigio y cultivo para su dialecto.
Lejos de la influencia de Castilla, la variedad catalana y gallega de mayor tradición cortesana, se fueron consolidando, produjeron literatura y alcanzaron la nivelación relativa que en la Edad Media podía conseguir una lengua.
CASTELLANO
Nació en una zona muy cercana al vasco, en los límites de Burgos y Santander, (nacer significa empezar a distinguirse una variedad románica. El castellano es el latín vulgar hablado en Castilla, el latín pervive en las lenguas romances). Entre los núcleos leonés y aragonés y la cercanía con el vasco se dejó sentir en sus rasgos básicos que lo apartaban de su origen latino. A. Alonso llegó a decir que era el menos fiel al latín. Entre sus peculiaridades están:
·         Tiene 5 vocales de timbre muy claro.
·         Con el paso del tiempo acabó por perder fonemas sonoros y se consumó en el siglo XVI: -s- = ss; -z- (dz)=ç (ts); -g,j- = x
·         Diptongaban la o breve abierta y la e breve abierta en y : Cornu>cuerno; foco>fuego.
·         Aspiración y posterior pérdida de la f inicial en determinados casos: f>h: ficu>higo; filium>hijo.
·         Yod: originaba resultados sorprendentes y desconocidos en las demás lenguas: palea>paja; nocte>noche.
·         Los grupos iniciales pl, cl, fl, evolucionaban a ll: planum>llano; clave>llave; flama>llama.
En conjunto resultaba un romance mucho más juglar que los demás porque ni el catalán, ni el gallego, ni el aragonés, ni el leonés seguían estas tendencias tan distorsionadas del latín. Pero su suerte estaba echada, el progreso del reino de Castilla supuso el del castellano, es así como a finales del siglo XIII el castellano Alfonsí había ganado en madures a través de su cultivo literario y de su uso como lengua terminal en traducción. Al tiempo que asimilaba importantes grupos de hablantes mozárabes.
En los siglos siguientes hay hechos que son también significativos y determinan la expansión del castellano.
1)         La división de Castilla y Aragón, 1479.
2)         La reconquista de Granada 1492.
3)         El descubrimiento de América 1492.
4)         La anexión de Navarra, que fue el último reino con el que se consiguió la anexión.
Dados estos hechos, el castellano se extendió por tierras de reconquista hacia el sur, en estas tierras fueron surgiendo variedades castellanas, pero hay tierras en las que se puede rastrear influencias leonesas, en Extremadura y Andalucía occidental e influencias aragonesas en Murcia y Andalucía oriental. También se extendió lateralmente por tierras leonesas y aragonesas donde sirvió de lengua culta, y finalmente inició la expansión atlántica.
Los movimientos demográficos desplazan gente, primero para repoblar y segundo para probar fortuna en tierras más lejanas, de ultramar. Para ello pusieron en contacto distintas formas de hablar, que se liberaron dentro del castellano, de manera que este pasó a ser algo más que la lengua de Castilla, pasó a ser una lengua de comunicación para todos los españoles.
Al castellano se le ha llamado complejo dialectal. Se dice que el español tiene pocos dialectos, pero que el castellano del español es un complejo dialectal.
De entre los varios modelos, surgió uno tradicional que se fijó a través de la grafía y se difundió por medio de las universidades y la imprenta. A partir de ahí la literatura de la época clásica marcó su esplendor y lo asentó definitivamente con ayuda de escritores que ya no eran siempre de origen castellano.
Más adelante, las ciudades se fueron convirtiendo en general en centros de difusión de ese español. En general, las clases altas cultivaron la lengua común, que era la lengua de la corte. En el siglo XVIII hay que considerar la mentalidad de la ilustración que apoyó la idea de conservar solo una lengua, para lo que creó la Real Academia.
Habrá que esperar al siglo XIX para asistir al movimiento intelectual de las lenguas minoritarias, justamente cuando el inicio de la industrialización provocaba los primeros desplazamientos de masas de obreros que fomentaron el uso del español en comunidades catalanas, vascas, asturianas, etc.
En el siglo XX, las emigraciones continúan especialmente hacia las grandes ciudades, que se han convertido en crisoles lingüístico dignos de estudios específicos, con comunidades trasplantadas dentro de otras, matrimonios mixtos, enseñanza generalizada y medios de comunicación casi instantáneos, lo que contribuye a nivelar las variedades. Es más, incluso en las zonas rurales primero la radio y luego la televisión, casi más que la enseñanza, están introduciendo modelos lingüísticos diferentes a los tradicionales que tienden hacia un español más o menos normativo bajo el cual permanecen los rasgos propios, que dependiendo de factores diversos pueden aflorar a menudo.
Para concluir, hoy la inmensa mayoría de los españoles habla, escribe y lee español, por encima del 89%. El resto corresponde en la práctica a los analfabetos.
En las comunidades bilingües, del contacto mantenido surgen interferencias que dan lugar a calcos y que pasan a caracterizar su español. Un proceso semejante se ha dado en otras comunidades en que hablaban otros dialectos históricos diferentes del castellano y que convivieron con él, dejándolo matizado por sus rasgos.
(Fuente: Apuntes de la asignatura Español de España y Español de América impartida en la Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, España.)