LA LENGUA ESPAÑOLA
¿CASTELLANO O ESPAÑOL?
Uno de los muchos interrogantes que se nos ocurre en el inicio de nuestros
estudios en lengua española es el siguiente: “¿pero se llama castellano o
español?”. Quién al principio no se habrá planteado esta pregunta, ¿verdad? Y
a menudo, nuestros alumnos vienen con la misma. Pues nada, os dejo con un
bosquejo que trata de este tema, seguido de otro sobre la historia del español.
Agradezco a la compañera Estela López que amablemente me cedió sus
apuntes, los cuales me ayudó a aprobar la asignatura ¿eh?.
La lengua oficial de
España y de otras comunidades hispanohablantes es el español, también llamado
castellano. Se habla de castellano por razones históricas, puesto que el origen
de la lengua está en la variedad que se habló en la castilla primitiva.
El nombre de
castellano tiene una explicación lógica si nos atenemos al origen, pero desde
un punto de vista lingüístico es preferible usar español (igual que se habla de
francés, italiano, etc.) y reservar castellano para la variedad de Castilla.
Sin embargo, a las
razones anteriores que apoyan el uso de castellano junto al del español se han
sumado los últimos años presiones extralingüísticas que han llevado a preferir
el castellano en la constitución. La constitución define el castellano como
lengua oficial de España. Ambos términos se usan como sinónimos, se refieren a
un mismo concepto, no hay diferencia. Ahora bien, ese concepto puede ser
entrevisto entre varias cosas y esto es lo que justifica el uso de un término
frente al otro.
Históricamente
usamos castellano para referirnos al origen del español actual. En cuanto a la extensión,
el castellano se puede referir al castellano de castilla y el español al
español en general. Por lo que hace referencia a esas presiones
extralingüísticas hablamos de una tercera cosa, la comparación con otras
lenguas de España, y si hay comparación parece más lógico usar el término
castellano, si no hay comparación, se usará el término español. Por último, una
sutil diferencia se puede referir al uso. El término castellano está más
connotado de afectividad y espontaneidad, mientras que el español, en cambio,
es un término más neutro y se ajusta más a la visión internacional de la
lengua. Estas cuestiones han suscitado polémica.
(Recomendación de un
libro de A. Alonso; Castellano, español,
idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres, Buenos Aires, Losada,
1975, 5ª edición. Es un ensayo que corrobora lo que estamos diciendo, cómo
surgió el término español tardíamente, etc.)
HISTORIA
La situación lingüística
actual es resultado de la historia, y arranca de mucho antes de que la
península fuera conquistada por Roma. Para explicar la situación lingüística
actual, se parte de las lenguas prerromanas y en segunda instancia del latín.
Es un hecho que todas las lenguas peninsulares derivan del latín con excepción
del vasco, que constituye el testimonio vivo, la herencia directa del estado
lingüístico anterior a la romanización.
El latín salvo en
algunos reductos del norte se impuso sobre las lenguas que se hablaban en la
península, las cuales tras un periodo de contacto y bilingüismo desaparecieron
como tales. En algunas ocasiones permanecieron a modo de sustrato, es decir,
determinado la peculiar fisonomía del latín vulgar de España y los hábitos de
los hablantes en el uso de la lengua latina.
En toda la romanía la
desmembración del Imperio relajó la precaria unidad del latín, y los rasgos
vulgares de cada zona afloraron. Al tiempo que llegaban influencias nuevas y
extrañas a los dominios románicos (superestrato) de forma que cada uno de ellos
empezaba a vivir su propia historia. Esquemáticamente, si pensamos en la
antigua romanía, la Dacia, la Galia, Italia, Hispania, etc., tendríamos
sustrato daco, galo, osco-umbro y celta-íbero.
Sobre estas lenguas
se impone el llamado latín vulgar, y con posterioridad a esa capa y a modo de
superestrato tendríamos el turco-eslavo, franco, longobardo y visigótico-árabe.
En el caso de
Hispania tras la caída del imperio, la llegada de invasores germanos de origen
pero que estaban ya romanizados no supuso la ruptura con el latín, aunque el
latín de Hispania fuera permeable a palabras y rasgos germánicos.
Con ese latín y la
unidad administrativa se fue alejando del latín que servía como referencia más
o menos culta. El llamado latín vulgar, el que hablaba la gente del pueblo, fue
evolucionando y diversificándose sin control alguno. Así es como empezaron a
apuntar distintas hablas.
Después de la corta
etapa visigótica vino en el 711 la invasión musulmana, y tras ésta, hubo ese fenómeno
que es la reconquista y que duró varios siglos, lo que configuró
definitivamente el mapa lingüístico actual en sus líneas maestras.
En las tierras del
norte se reorganizaron los nuevos reinos hispánicos, mientras que en las zonas
conquistadas (gran parte de la península) pertenecían junto a la nueva
población árabe a importantes núcleos de población hispano-goda bajo el dominio
árabe y en contacto con esta lengua.
Aunque las hablas
mozárabes desaparecieron con el tiempo, contribuyeron decisivamente a la
transmisión del elemento árabe a los romances hispánicos. Desde el punto de
vista dialectal, desempeñaron un importante papel en la fisonomía de los
importantes dialectos hispánicos.
Las hablas mozárabes
desaparecieron porque fueron absorbidas o integradas dentro de las nuevas
hablas romances que procedían del norte, y ello como consecuencia de la
integración de los mozárabes en los reinos cristianos conforme avanzaba la
reconquista.
Al principio, el
leonés y el aragonés parecía que iban a predominar si entre ellos no hubiera
surgido el castellano, más rudo y como expresión de una entidad política:
Castilla. Castilla empezó como condado dependiente de León pero acabó
convirtiéndose en reino, pasando de la independencia a la hegemonía sobre los
demás, y con ello ganando en prestigio y cultivo para su dialecto.
Lejos de la
influencia de Castilla, la variedad catalana y gallega de mayor tradición
cortesana, se fueron consolidando, produjeron literatura y alcanzaron la
nivelación relativa que en la Edad Media podía conseguir una lengua.
CASTELLANO
Nació en una zona muy cercana al vasco, en los
límites de Burgos y Santander, (nacer significa empezar a distinguirse una
variedad románica. El castellano es el latín vulgar hablado en Castilla, el
latín pervive en las lenguas romances). Entre los núcleos leonés y aragonés y
la cercanía con el vasco se dejó sentir en sus rasgos básicos que lo apartaban
de su origen latino. A. Alonso llegó a decir que era el menos fiel al latín.
Entre sus peculiaridades están:
·
Tiene 5 vocales de timbre muy claro.
·
Con el paso del tiempo acabó por perder fonemas sonoros y se consumó
en el siglo XVI: -s- = ss; -z- (dz)=ç (ts); -g,j- = x
·
Diptongaban la o breve
abierta y la e breve abierta en ué y ié:
Cornu>cuerno; foco>fuego.
·
Aspiración y posterior pérdida de la f inicial en determinados casos: f>h: ficu>higo;
filium>hijo.
·
Yod: originaba resultados sorprendentes y desconocidos en las demás
lenguas: palea>paja; nocte>noche.
·
Los grupos iniciales pl, cl, fl,
evolucionaban a ll: planum>llano;
clave>llave; flama>llama.
En conjunto resultaba un romance mucho más juglar
que los demás porque ni el catalán, ni el gallego, ni el aragonés, ni el leonés
seguían estas tendencias tan distorsionadas del latín. Pero su suerte estaba
echada, el progreso del reino de Castilla supuso el del castellano, es así como
a finales del siglo XIII el castellano Alfonsí había ganado en madures a través
de su cultivo literario y de su uso como lengua terminal en traducción. Al
tiempo que asimilaba importantes grupos de hablantes mozárabes.
En los siglos siguientes hay hechos que son también
significativos y determinan la expansión del castellano.
1)
La división de Castilla y Aragón, 1479.
2)
La reconquista de Granada 1492.
3)
El descubrimiento de América 1492.
4)
La anexión de Navarra, que fue el último reino con el que se consiguió
la anexión.
Dados estos hechos, el castellano se extendió por
tierras de reconquista hacia el sur, en estas tierras fueron surgiendo
variedades castellanas, pero hay tierras en las que se puede rastrear
influencias leonesas, en Extremadura y Andalucía occidental e influencias
aragonesas en Murcia y Andalucía oriental. También se extendió lateralmente por
tierras leonesas y aragonesas donde sirvió de lengua culta, y finalmente inició
la expansión atlántica.
Los movimientos demográficos desplazan gente,
primero para repoblar y segundo para probar fortuna en tierras más lejanas, de
ultramar. Para ello pusieron en contacto distintas formas de hablar, que se
liberaron dentro del castellano, de manera que este pasó a ser algo más que la
lengua de Castilla, pasó a ser una lengua de comunicación para todos los
españoles.
Al castellano se le ha llamado complejo dialectal.
Se dice que el español tiene pocos dialectos, pero que el castellano del
español es un complejo dialectal.
De entre los varios modelos, surgió uno tradicional
que se fijó a través de la grafía y se difundió por medio de las universidades
y la imprenta. A partir de ahí la literatura de la época clásica marcó su
esplendor y lo asentó definitivamente con ayuda de escritores que ya no eran
siempre de origen castellano.
Más adelante, las ciudades se fueron convirtiendo en
general en centros de difusión de ese español. En general, las clases altas
cultivaron la lengua común, que era la lengua de la corte. En el siglo XVIII
hay que considerar la mentalidad de la ilustración que apoyó la idea de
conservar solo una lengua, para lo que creó la Real Academia.
Habrá que esperar al siglo XIX para asistir al
movimiento intelectual de las lenguas minoritarias, justamente cuando el inicio
de la industrialización provocaba los primeros desplazamientos de masas de
obreros que fomentaron el uso del español en comunidades catalanas, vascas,
asturianas, etc.
En el siglo XX, las emigraciones continúan especialmente
hacia las grandes ciudades, que se han convertido en crisoles lingüístico
dignos de estudios específicos, con comunidades trasplantadas dentro de otras,
matrimonios mixtos, enseñanza generalizada y medios de comunicación casi
instantáneos, lo que contribuye a nivelar las variedades. Es más, incluso en
las zonas rurales primero la radio y luego la televisión, casi más que la
enseñanza, están introduciendo modelos lingüísticos diferentes a los
tradicionales que tienden hacia un español más o menos normativo bajo el cual
permanecen los rasgos propios, que dependiendo de factores diversos pueden
aflorar a menudo.
Para concluir, hoy la inmensa mayoría de los
españoles habla, escribe y lee español, por encima del 89%. El resto
corresponde en la práctica a los analfabetos.
En las comunidades bilingües, del contacto mantenido
surgen interferencias que dan lugar a calcos y que pasan a caracterizar su
español. Un proceso semejante se ha dado en otras comunidades en que hablaban
otros dialectos históricos diferentes del castellano y que convivieron con él,
dejándolo matizado por sus rasgos.
(Fuente: Apuntes de la asignatura Español de España y
Español de América impartida en la Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad
Real, España.)